"El día en el que confiesas tu problema se produce una sensación de alivio extraordinaria. Ya no tienes que mentir más, a partir de ahora vas a buscar soluciones para salir del caos. Toda la tensión que liberas se traspasa a los tuyos, que son los que empiezan a sufrir entonces. Ahí es donde te das cuenta verdaderamente de la magnitud de tus actos...Sólo por ver felices a los que te rodean vale la pena luchar día y noche para salir del atolladero"
Maldigo el día en el que decidí jugar al PÓKER
La verdad es que, desde pequeño, en mi casa siempre se había jugado a cartas. Recuerdo los domingos por la tarde, recuerdo toda la familia reunida después de comer, recuerdo que se sacaban las cartas y se jugaban unas partiditas, al remigio, a la brisca, al tute, a la carta más baja, etc. Recuerdo que era una práctica muy habitual y normalizada, recuerdo que se jugaban dinero, poco eso sí, pero había una recompensa para el ganador, un premio, recuerdo que los niños también participábamos, y cuando ganábamos aquellas cincuenta o cien pesetas éramos los más felices del mundo, ya teníamos para cromos, para golosinas....
Recuerdo incluso, que cuando íbamos a visitar a mis abuelos, siempre pasábamos primero por el bar para avisar a mi abuelo y decirle que ya habíamos llegado. Mi abuelo SIEMPRE estaba en el bar, jugando a las cartas con sus amiguetes, y tengo constancia de que más de una vez habían discutido y se habían montado unas broncas gordas a cuenta de las partidas y el maldito dinero.
Mi abuelo.......Mi abuelo también era ludópata aunque nunca lo quisiera reconocer. También es cierto que hace cincuenta años todo era diferente. No se habían realizado los estudios que se hacen ahora ni había unidades de tratamiento como las que tenemos actualmente.
Me vienen a la mente dos situaciones muy claras que ponen a mi pobre abuelo, que en paz descanse, en evidencia. La primera de ellas es una anécdota que siempre se la he escuchado explicar a mi abuela. Hacía poco que mis abuelos se habían casado y, mientras mi abuela dormía en su cuarto, en la habitación de al lado mi abuelo se llegó a jugar en una partida de cartas......a su mujer, a mi abuela!!! Pudiera parecer cómico, pero más bien yo creo que es un drama en toda regla.
La segunda no es tan grave, pero igual de importante. Cada vez que mi hermano y yo jugábamos a cartas con mi abuelo, siempre era con dinero, si no él no quería jugar.....a cinco duros la partida y a duro el reenganche. No nos perdonaba ni una sola peseta (no haber jugado, decía...), y si por casualidad alguna vez perdía, se enfadaba de mala manera.....
Sin embargo, en mi casa nunca se había jugado al póker. De hecho, a mi no me gustaba, no le veía la gracia. Partidas muy cortas, apuestas, tienes que saber mentir ( y a mí eso siempre se me ha dado fatal, a pesar de que haya ocultado durante años mi enfermedad). Lo veía como un juego bastante aburrido, poco atractivo.
Los primeros días que empecé a jugar no tenía ni idea. No me explico qué fue lo que le vi....quizá el hecho de que apuestas contra otros jugadores online, el hecho de que hay una descarga de adrenalina elevada cuando se muestran las cartas, no sé. El caso es que casi siempre perdía, entre otras cosas porque desconocía el funcionamiento, ya que no jugaba al póker clásico que yo conocía....Empecé jugando al Texas Hold'em Poker, una versión en la cual tú juegas con sólo dos cartas, se levantan cinco más encima de la mesa y gana el que tenga la mejor combinación de cinco de las siete cartas que suman las dos tuyas con las comunes....No sé si se entiende bien la mecánica del juego, pero tampoco es mi intención hacer una clase de póker aquí, más bien al contrario...
El hecho es que, a base de jugar me empezó a gustar. Al principio sólo accedía a las mesas en las que se jugaban de 25 centímos en 25. Y perdía, pero perdía poco. Cuando empecé a ganar, me atreví a entrar en otras mesas donde las cantidades que se jugaban eran superiores, me atreví a probar con otras versiones (por desgracia ahora las conozco todas), y acabé enganchándome en la versión Omaha. Aquí tú recibes cuatro cartas, salen cinco comunes en la mesa, y gana el que tiene la mejor combinación de dos de las suyas con tres de las comunes.
Al principio jugaba una o dos veces por semana, una hora como máximo. Mi relación con Luna no hacía más que empeorar, había momentos en los que deseaba no haberla conocido. El hecho de conectarme y jugar unas partidas, me hacía evadirme de los problemas que estaba teniendo en mi relación, y me sentía bien. Y aparentemente no había riesgo alguno.....aparentemente.
El último año de relación con Luna fue infumable, horrible. No me era infiel técnicamente hablando, ya que cuando conocía a alguien que le interesaba decidía unilateralmente romper con nuestra relación, se liaba con aquel, y cuando se cansaba o le daban la patada volvía a acudir a mi.....Así estuvimos mucho tiempo, demasiado. Y cuando volvía llorando y suplicándome, me ablandaba el corazón, y le daba otra oportunidad. Y por dentro yo era un campo de minas, que sólo desactivaba jugando en el ordenador.
Y empecé a liarme en exceso.
Y los problemas se elevaron a la enésima potencia cuando Luna pensó que lo mejor era volver a casa de sus padres, a ver si así conseguíamos salvar la relación que ella misma dinamitaba continuamente. A partir de ese momento me encuentro solo en casa y con una bomba de relojería en mis manos, el ordenador...Me encierro en casa y empiezo a pasar por jornadas maratonianas enganchado al ordenador y al póker.
Como empecé a jugar muchas horas al día, lógicamente empecé a perder más dinero, y los problemas empezaron a multiplicarse. Vuelve la reacción de jugar para recuperar lo perdido . De nuevo un grave error, y de nuevo enganchado de pleno. La situación con respecto a otras veces también empeoraba, ya que tenía el juego sin necesidad de salir de casa, y 24h al día......
Esta vez los únicos ingresos que tenía eran los míos, no estaba mi madre para llenar la nevera de casa, ni Carol.
Y la dinámica era la siguiente:
Cobro el 28, me propongo jugar sólo cincuenta euros, con la intención de, como mínimo doblar lo apostado y pasar el mes con algo de holgura.
Pero claro, había dos posibilidades.
Posibilidad A: Pierdo el dinero, por lo tanto tengo menos margen para pasar el mes, y decido apostar cincuenta más para recuperar lo perdido.
Posibilidad B: Gano el doble, y pienso que "estoy de suerte", con lo cual me animo y continúo jugando. Si resulta que al final "la suerte no me acompaña" y acabo perdiendo todo, vuelvo a la posibilidad A. Si sigo teniendo buenas manos, buenas cartas y buena suerte.....posibilidad B
Un bucle infinito sin salida, que ahora veo claro, pero en aquel momento no.....
Consecuencia a todo esto.....Sobre el día 4 o 5 ya no tengo dinero para pasar el mes, y tengo que exprimirme los sesos para poder comer hasta el día 28...
A todo esto, Luna me deja y caigo en una profunda depresión. Qué más me puede pasar????
Empiezo a tomar antidepresivos recetados por mi doctor y vuelvo a cometer el error de seguir escondiendo que he vuelto a caer.....Paso por momentos delicados, por mi mente planea la posibilidad incluso del suicidio (se me erizan los pelos y suelto alguna lágrima ahora, solo de pensarlo), pero lo descarto única y exclusivamente por las consecuencias que podría tener en mi madre y hermano.
Estoy tirando mi vida por la ventana, sin salir de casa, encerrado entre cuatro paredes, delante de una pantalla que además también me está perjudicando la vista, y lo peor de todo es que no encuentro la fórmula para escapar.....
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